Galletas de limón craqueladas



Ingredientes (para 32 unidades con la cucharilla de 7,5 g):

 

80 g de azúcar

60 g de mantequilla

1 limón

1 huevo L

120 g de harina

100 g de almendra molida

3-4 c/s de zumo de limón

Ralladura piel de limón

6 g de levadura Royal

1 pizca de sal

Azúcar blanco y azúcar glas para rebozar

 

Preparación:

 

Con las manos frotamos el azúcar con la piel del limón rallada para que se impregne de su sabor. En el mismo bol echamos la mantequilla a temperatura ambiente y batimos con un batidor de espiral, a mano. Al cabo de unos minutos obtenemos una crema suave.

Añadimos el huevo y el zumo de limón y seguimos batiendo hasta que estén integrados. La masa pasa a estar como cortada por el efecto del cítrico pero no pasa nada. Echamos la harina tamizada, junto con la levadura y la sal, en varias tandas, a la vez que removemos la masa hasta integrar.

Ahora añadimos la almendra molida. Obtenemos una masa ligeramente pegajosa. La envolvemos en papel film y la dejamos en la nevera para que coja cuerpo durante una hora aproximadamente.

Al sacarla, vamos cogiendo porciones de masa de aproximadamente el mismo tamaño. Es una masa agradable que se maneja con facilidad. Yo usé una cucharita medidora y me salieron 16 bolitas usando la mitad de la masa.

Las rebozamos por azúcar blanco primero, y por azúcar glas. Así el azúcar glas dura más y no se cae. Las vamos colocando separadas sobre un papel sulfurizado en la bandeja del horno.

Una vez rebozadas, las aplastamos ligeramente.

 

Horneamos a 180º en posición intermedia y con calor arriba y abajo durante 18-20 minutos. Pero hay que estar vigilando porque cada horno es un mundo.

 

Notas:

 

La mitad de la masa la envolví en papel transparente y la conservé en el congelador. La saqué al cabo de un mes y la dejé descongelar lentamente dentro de la nevera. La masa estaba en perfecto estado, como si la acabáramos de hacer y lista para manipular.

 

Son unas galletas crujientes con un agradable sabor a limón y almendra. Enfrían muy rápido y se pueden comer enseguida. Se mantienen en perfecto estado durante 3 días, aunque no suelen durar tanto.


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Música: Blinding lights, de The Weeknd




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